La investigación de un crimen sienta las bases de una desmitificadora reconstrucción de la sociedad y la política de la isla a finales del XIX. Angel Tomás González Ramos, Los ángeles tocan maracas, Delsán. (264 páginas, 18 euros)
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intriga en cuba
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Un mulato vestido con elegante ropa y calzado de mujer aparece muerto, con una puñalada y un tiro, junto a la desembocadura del río Almendares. Ocurre en La Habana en 1887. Por aquellos días la diva del teatro francés Sarah Bernhardt actúa en el fastuoso teatro Tacón, donde recoge las últimas mieles de su triunfo en Latinoamérica y es testigo de un grave atentado. En otra escena, la actriz hace el amor con el matador de toros Mazzantinni, lo cual no tendría mayor morbo si no fuera porque el acto se consuma dentro del ataúd hecho con madera de palo de rosa que la excéntrica artista lleva consigo en sus giras. La acción central transcurre en torno a un policía inteligente y algo amargado y una malévola prostituta que, venida de EEUU, se beneficia a la flor y la nata de la aristocracia colonial de la isla.
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Los ángeles tocan maracas, del escritor y periodista cubano Angel Tomás González, es una novela histórica y policíaca con algo más que gancho. El también corresponsal del diario español El Mundo en la isla utiliza su relato como vehículo de desmitificación de la sociedad y la historia de su país. Las mayores miserias mundanas y de la alta conspiración política de la Cuba de hace 120 años salen a relucir con crudeza, sin el menor atisbo de los gruesos trazos de épica y patriotismo con que a menudo se escribe y se novela el pasado de la ex colonia española.
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Los ángeles... es, así pues, una entretenida y descarnada ficción hiperrealista ambientada en La Habana de 1887 que, a partir de un crimen cometido y descubierto en las más sórdidas circunstancias, reconstruye una intrincada pero verosímil urdimbre de venganzas personales e intrigas políticas sin concesiones al heroísmo ni la simplificación histórica. El protagonista principal, el inspector Juan Bautista Valiente, cubre un siniestro recorrido que parte de una puñalada trapera para finalizar -en formato de final abierto- en los prolegómenos de una guerra: la de la independencia de Cuba.
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[Fernando García, CULTURA/S, 7 de mayo de 2008]
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